viernes, 15 de noviembre de 2013

ERRORES DE LAS EMPRESAS FAMILIARES



Muchas empresas nacen de un pacto familiar. La confianza, los fondos económicos y la comodidad hacen que este patrón de negocios sea tan común en todo el mundo. No obstante, a pesar de las ventajas, dichas organizaciones suelen padecer defectos comunes como falta de institucionalización, conflicto de intereses u organigramas poco claros.
La principal consecuencia de estas fallas es que solo dos de cada seis empresas familiares sobreviven a la primera generación y solo una logra llegar a tercera, según datos manejados por la Fundación Heres, especializada en empresas familiares en México.
¿Cómo evitar caer en estos estereotipos y garantizar la supervivencia? Simple, evitando cometer estos errores:
1. Finanzas poco claras
Puestos innecesarios, salarios demasiado elevados que no corresponden con el trabajo realizado por los descendientes (hijos, nietos o familiares de los fundadores). Esto hace que, a la larga, la empresa deje de ser un negocio rentable y se interrumpa su crecimiento. Por eso, la relación productividad-salario debe ser transparente, sin importar el apellido del empleado.
2. Ego de fundador
El crecimiento de la empresa y su posterior trascendencia dependen en una primera instancia del fundador/a de la misma, que muchas veces es el líder familiar. El problema se presenta cuando este no se quiere adaptar a los cambios necesarios para que el negocio obtenga un rumbo más visionario, acorde a los tiempos del mercado. Apegarse a una fórmula conservadora que funcionó en el pasado puede dar solidez por un tiempo, pero no adaptarse a los cambios puede llevar a una extinción en el medio de producción.
3. Pocas posibilidades de ascenso
Cuando los principales puestos están reservados para los miembros de la familia, el resto del equipo humano queda rezagado. Cuando los empleados que no comparten un lazo sanguíneo con la alta gerencia no pueden ascender a un puesto gerencial al corto o largo plazo, la rotación del personal será alta. Eso se traduce en inestabilidad productiva para la empresa y en una visión negativa para los agentes externos (clientes, proveedores).
En este sentido, la sucesión de los cargos no puede quedar limitada al “puesto que le toque al hijo”, sino que debería someterse siempre a una evaluación (por medio de una junta directiva o administrativa) de meritocracia, aptitudes y compromiso (incluso cuando se trate de un familiar). Es, al fin y al cabo, la manera más justa y sana en que las personas logran ocupar posiciones de alta gerencia.

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